Nos despedimos de Kenia, hemos pasado casi 25 días en este maravilloso país y toca cambiar. Un vuelo corto de Nairobi a Entebbe (apenas hora y media) nos deja en nuestro destino, listos para pasar nuestra primera noche y empezar nuestra aventura en Uganda.

Sobra decir lo nerviosos que estamos. Puede que Uganda sea el país de África en el que más ganas teníamos de estar. Este viaje lo hemos planeado también con ( ya os hemos hablado de ellos). Sabemos que con ellos es imposible que algo salga mal!

Cuando llegamos a nuestro hotel nos recibe Fred, el que será nuestro guía durante 7-8 días, que resulta ser una persona maravillosa, amable y super atento (sin él, ya habríamos perdido alguna gorrita).

Nuestras primeras horas por Uganda nos muestran paisajes increíblemente verdes, y diferentes a los paisajes keniatas. El primer objetivo es el Parque Nacional de Murchison Falls!! El parque recibe su nombre por las cataratas Murchison

Uganda, como la mayorías de los países africanos, tienen temporada seca y temporada de lluvia. Sin embargo, aquí siempre puede caerte un chaparrón. Por otro lado, eso hace que todos los paisajes sean tremendamente bonitos (a nosotros, en muchos momentos, nos ha recordado a lo mejor del norte de España ¿morriña gallega?)

Pasamos dos días por el Parque Nacional de Murchison Falls. En algunos aspectos venir a hacer un safari poco después de haber estado en Maasai Mara, hace que quizás nos haya sabido a poco, pero por otro lado, los paisajes son tan diferentes que hace que merezca la pena.

Al día siguiente amanecimos temprano para ir a nuestro siguiente destino. El Parque Nacional de KIBALE. Uno de los 4 parques en Uganda que tienen chimpancés y, porque no decirlo, una de las dos razones por las que estamos aquí.

Dormimos en “Kibale Forest Camp”, un sitio increíble a las puertas del Parque Nacional de Kibale.

A la mañana siguiente nos despertamos pronto para adentrarnos en este bosque en busca de nuestros queridos chimpancés.

Un par de horas mas tarde, escuchamos el primer sonido que nos avisaba de que ya estábamos cerca…

Habíamos llegado. Y allí nos quedamos, viendo como viven, comen, se comunican y se mueven a través de sus “dominios”. Cuatro horas es lo que esta permitido estar con ellos. Merece la pena cada momento.

Sabes que es poco tiempo y por eso lo exprimes al máximo. La experiencia es inolvidable. Cuando te vas, sientes una sensación de cercanía inexplicable: se te encoge el alma, como si te despidieses de un familiar, al que supieses que no vas a ver en mucho tiempo…

El resto del día lo pasamos en ruta hacia el Parque Nacional de Queen Elizabeth, unas tres horas en coche. Dormimos en el Bush Lodge. Un lodge metido dentro del Parque Nacional. Allí te avisan de que por la noche es mejor que no andes solo, porque los animales pasean entre las tiendas… sobra decir que Scheherezade ya estaba planeando su escapada nocturna… 😂😂😂.

Otras 4 horas más en coche al día siguiente nos llevaron al Bosque Impenetrable de Bwindi… os dejo aquí el post sobre las 4 mejores horas en la perla de África:

Tras esto, habíamos acabado nuestros días de turismo por Uganda, pero nos aguardaba una semanita mas allí. Teníamos que conocer WECO.

WECO es una ONG fundada por Meddie, “un joven ugandés, que fue rescatado de la calle por una familia humilde local ,lo que le dio acceso a tener una vida digna. Meddie, aplicado en la escuela, no desaprovechó la oportunidad que le estaban dando para, posteriormente, devolver a la comunidad la ayuda que él recibió dedicándole su conocimiento, su experiencia y su tiempo. Así, dirige un proyecto maravilloso en la comunidad de la que él viene”.

Hemos pasado 6 días con su familia, viviendo con ellos y yendo a la escuela a ayudar a las profesoras (aprovecho para decir que después de 6 días de vida de profesor, admiro enormemente a cada uno de los profesores que tuvieron que aguantar al carlitos joven y cabroncete) y ha sido una experiencia muy muy bonita, que te ayuda a ver también como es la vida cotidiana de los lugareños.

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Pero, tal y como nos pasó en Bamba y en Iltalala, el mayor regalo ha sido poder estar con ellos, con los niños.Llegar por las mañanas y que todos a la vez vinieran a abrazarte, con una sonrisa enorme dibujada en su cara, os prometemos que eso no tiene precio. Enseñarles juegos, canciones, dibujos o incluso los números en inglés y ver las ganas que tienen de saber, de conocer, de disfrutar es algo que te hace sentir más que admiración y orgullo hacia ellos.

Sin embargo, todo llega a su fin y nos toca despedirnos, decir adiós a los niños que nos han dado tanto, a las profes que siempre han tenido un gesto cariñoso y amable con nosotros y a Meddie y su familia que nos abrieron las puertas de su casa.

Llevamos 1 mes y medio en África y sin duda lo mas difícil ha sido siempre tener que decir adiós. Cada vez que nos vamos, queremos pensar que volveremos a verlos, que no es un adiós para siempre, pero… nunca sabes… un adiós es un adiós.

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