No podíamos irnos de Camboya sin antes visitar su capital, Nom Penh. Aunque nada tiene que ver con la Camboya rural y de selva que hemos conocido hasta ahora, su historia y sus templos merecen nuestros últimos días aquí.

Para alojarnos, volvemos a la misma cadena de hostel que en la que nos quedamos en Siem Riep, ya que las habitaciones estaban súper bien, la comida estaba muy rica y el ambiente era genial. Además, el Onederz Nom Penh se encuentra súper bien situado, a orillas del río y alado del mercado nocturno de Nom Penh.

Nom Penh es la ciudad más grande de Camboya y ha vivido momentos de gran importancia en la historia de su país, especialmente en el último siglo. Fue testigo de cómo el régimen de los Jeméres Rojos, liderados por Pol Pot, tomaron el poder del país y lo sumieron en una época oscura y de gran represión, por lo que poco queda de aquella ciudad con edificios coloniales conocida como una de las más bonitas de Indochina.

Nosotros hemos dedicado 4 días a visitar algunos de sus templos, palacios o mercados y la verdad es que no nos ha defraudado para nada.

Uno de los lugares más emblemáticos de la capital es su Palacio. Real. Éste fue construido en el año 1866 durante el reinado del rey Norodom, cuando Nom Penh pasó a ser la capital de Camboya. Desde entonces se utiliza como residencia real.

En su interior alberga la Pagoda de Plata, con una colección de estatuas y objetos budistas, incluyendo una estatua de oro de Buda que pesa más de 90 kg.

Otro enclave de la ciudad y de gran importancia para ésta es el templo de Wat Phnom. Wat Phnom significa «Templo en la Colina» y es uno de los templos más antiguos de Phnom Penh (se cree que fue fundado en el 1373), con una historia que se remonta a los primeros días de la ciudad. 

Este templo se encuentra sobre la única loma que existe en toda la ciudad. Cuenta la leyenda que, en esta colina, las aguas del río Mekong depositaron 4 estatuas de Buda. Días después, estas estatuas fueron descubiertas por la señora Penh, quien se encontraba en el río bañándose, flotando en el agua.

La señora Penh, con ayuda de aldeanos locales, recogió las estatuas y decidió construir un pequeño santuario en la colina más cercana para guardarlas. Así es como este sitio se convirtió en un importante lugar de culto y un punto a partir del cual se fundó la ciudad de Nom Penh.

Debido a su pasado reciente, en la ciudad todavía quedan huellas de los años horribles que vivió a finales del siglo XX. Testigo de ello es el Museo del Genocidio de Tuol Sleng.

Tuol Sleng era originalmente una escuela secundaria ubicada en la zona centro de Nom Penh. Sin embargo, con la toma del poder por parte de los Jemeres Rojos en el año 1975 hasta el 1979, liderados por Pol Pot, la convirtieron en la Prisión de Seguridad S-21, el centro de detención y tortura más infame de los Jemeres Rojos. 

De estas más de 12 mil personas de las que hay registro, solo sobrevivieron 15. Dos de ellos, Chum Mey y Buou Meng, se libraron de una muerte segura por tener habilidades que le eran útiles al régimen, como la mecánica en el caso del señor Mey, y la capacidad de hablar varios idiomas en el caso de Buou Meng. 

Hoy en día, ambos acuden a diario a este museo del horror, para contar aquí su historia y todo lo que vivieron en este lugar. Con ello, quieren que nunca se olvide lo que aquí sufrieron miles de personas con el objetivo de que nunca vuelva a repetirse un hecho así de atroz.

Y aunque nuestra visita a este increíble país acabe con este sabor agridulce, Camboya es una nación admirable, con una riqueza cultural impresionante y, sobre todo, con una población fuerte, que ha sufrido mucho a lo largo de toda su historia, pero que continúan sacando fuerzas para seguir adelante.

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