Tras casi 40 días en Tailandia, toca decir adiós. La vista esta puesta en Nepal, sobra decir que tenemos unas ganas locas de este viaje. Nepal es uno de los top 3 de países que más nos apetecían de este lado del mundo y es que además tenemos la suerte de poder compartirlo con nuestro amigo Regue.

Alla por navidades, nos dijo que vendría a vernos y el tío no se ha echado atrás. Hace dos meses coordinamos fechas y cogimos vuelos a Katmandú. Katmandú pese a lo que uno puede esperar, es una ciudad bastante grande, tiene una población aproximada de más de un millón de personas, más gente que en Valencia, para hacerse una idea de lo grande que es.

Llegamos directos de un vuelo desde Bangkok y tras los tramites repetitivos de cada país (visado, sacar tarjeta para el móvil y sacar dinero) , nos dirigimos a nuestro hotelito. 

Para hospedarnos en esta ciudad elegimos, casi como hace el 100% de turistas, el barrio de Thamel, con hoteles baratos, restaurantes decentes y muuuchas tiendas de ropa de trekking. Tras dejar las maletas, nos fuimos a dar nuestra primera vuelta por la ciudad, ¡¡y es que teníamos casi 24 horas para que llegase Regue!!

Aprovechamos este tiempo para coger los billetes a Bandipur y Pokara (nuestros dos destinos en Nepal) y llevarnos una impresionante primera impresión de Nepal, pero sin indagar mucho más, dado que no queríamos descorchar la botella sin Luis. 

La sorpresa del día fue la llamada de Regue desde su conexión en Delhi, avisando de que su maleta se había quedado por algún sitio entre Yeddah y la capital india… (gracias a dios el susto se quedó en un día solo sin la maleta ya que, a la tarde siguiente de su llegada, nos avisaron de que había llegado hasta el aeropuerto de Kathmandú. 

Tuvimos la ocasión de disfrutar de unos regalitos traídos de casa… no sabéis lo que se echa de menos la comida española… (muchas veces lo hablamos y creo que es difícil imaginar cuanto puedes echar de menos comer en casa).

Ya metido en el meollo nepalí, os podemos asegurar que la ciudad de Katmandú es una autentica pasada… Pasear por sus calles en pleno día laboral te embriaga y colapsa a partes iguales… llevando algunos meses de sudeste asiático encima, a nosotros nos ha parecido una ciudad viva y muy “real” , pese a que el turismo es latente y se ve allá por donde mires, no ha cambiado ni las costumbres, ni las formas de los nepalíes, haciendo de pasear por sus calles una experiencia enriquecedora. 

Durante dos días y medio pudimos visitar toda la ciudad y sus alrededores, empezando el centro histórico. En Katmandú, todo el centro histórico está considerado de interés, y tienes que pagar para entrar en todo su conjunto (al cambio son como unos 7 euros).

Casi todo lo de interés está ubicado alrededor de la plaza Durbar (aquí todas las ciudades importantes tienen un centro histórico denominado así)

Es esta plaza, además, tuvimos la ocasión de ver a la niña KUMARI, os explico porque esto te deja sin habla:

La niña es literalmente una diosa viva… La práctica de tener una diosa viva se originó durante el reinado del último rey Malla y aunque, en realidad, todo el valle de Katmandú está sembrado de diosas vivientes, la más importante es la Kumari Devi de la capital. Se escoge de entre una casta de plateros y orfebres newar. Por lo general, ejerce desde los cuatro años hasta la llegada a la pubertad, y debe cumplir estrictamente 32 requisitos físicos, que van desde el color de los ojos y la forma de los dientes hasta el sonido de la voz. Y, naturalmente, su horóscopo también debe ser el apropiado. La última Kumari, Trishna Shakya, de tres años, fue elegida en septiembre del 2017. Esto la verdad es que te deja sin palabras, jejejeje. 

Lo que por desgracia aun está latente en la ciudad es el terremoto que la dejo destrozada en 2015. Las reparaciones de viviendas y, sobre todo, del centro histórico siguen aún en proceso y no parece que vaya a acabar a corto plazo. La visita por tanto del Hanuman Dhoka (el palacio real) es sencillamente increíble, se disfruta muchísimo, pero da que pensar en cómo seria antes de dicho terremoto.

De la ciudad, para nosotros, lo más increíble fue coincidir con el Dashain festival (la fiesta más grande de Nepal) y pasear por su calle más famosa en cuanto a bazar local, Asan bazar. ¡¡Os dejo aquí una fotito de la cantidad de gente que paseaba por aquí!! 

Una vez acabado el centro de Katmandú, hicimos 5 visitas más por los alrededores, todas imprescindibles si uno está en esta ciudad y dispone de tiempo.

-1. Swayambhunath: este templo budista Patrimonio Mundial de la Unesco es una de las experiencias más intensas del viaje a Katmandú. Habitado por monos y elevándose en una majestuosa cima sobre la ciudad, el “templo de los monos” es una fascinante y caótica mezcla de iconografía budista e hindú.

2- Pashupatinath: El principal templo hindú de Nepal se alza a orillas del sagrado río Bagmati.  En términos religiosos, constituye el centro neurálgico del fervor espiritual hindú, y está estrechamente ligado a Siva. Lo más destacado de este templo es sin duda la cremación que se hace allí de los familiares a orillas del rio sobre piras de madera… 

3 Bodhnath: es una de las más grandes de Asia. Históricamente, la estupa era una importante parada en la ruta comercial entre Lhasa y Katmandú; los comerciantes tibetanos solían rezar aquí por un viaje seguro antes de conducir a sus yaks por los altos puertos del Himalaya. 

4. Patán. Antaño una ciudad-estado independiente, ahora casi es un barrio periférico de Katmandú, separado de la capital tan solo por el turbio río Bagmati. Su plaza Durbar, para nosotros, es incluso mejor que la de Katmandú, quizá porque después del terremoto del 2015 está más reconstruida (o fue menos destruida) sigue albergando la mejor colección de templos y palacios de Nepal.

5. Bhaktapur. La última de todas nuestras visitas y a la que dedicamos toda una mañana. Esta pequeña ciudad-estado en la antigüedad, ahora tiene todo lo bello de Katmandú, sin su caos, sus pitos y su tráfico… Por lo que es increíblemente agradable disfrutar paseando por sus calles, hablar con su gente… ¡¡¡o incluso apostar en sus calles!!! Cuando vimos un grupo de niños con sus padres jugando a los dados… ahí nos metimos a jugar con ellos. Además, allí disfrutamos de un ¡¡¡INCREIBLE REQUESOOON!!!

Ya el ultimo día, quedamos con nuestra coordinadora local para hacer el trekking por el Annapurna, que quiso invitarnos a cenar comida local. Como dato curioso, en esa cena, tuvimos la ocasión de conocer a un matrimonio rumano/búlgaro que habían venido ya un par de veces a Nepal y eran unos enamorados del país. Tras unas cervezas y unos vinos, se nos fue largando la lengua y acabamos compartiendo con él nuestra profesión militar, para él contarnos que era un enamorado de las armas y tenía una bonita AK-47 de contrabando en su casa que disparaba siempre que podía… (la verdad es que la realidad siempre supera a la ficción). 

Con esta increíble cenita, nos dependíamos de Katmandú y nos preparamos para coger el autobús hacia Bandipur, sin saber que nos venían unas 7 horas en unas carreteras bastante nefastas. Pero, a pesar de todo ello, nos llevamos una sensación super chula de Katmandú, una ciudad que nos ha parecido muy bonita y especial.

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