Tras unos días increíbles en Katmandú nos toca seguir la aventura por Nepal. Para ello íbamos a coger un autobús de unas 7 horas hasta Bandipur, nuestra primera parada.

Ya nos habían avisado de que la carretera entre Katmandu y Pokhara estaba mal, pero nuestra sorpresa fue jodidamente mayúscula cuando comprobamos con nuestros propios ojos y sobre todo con nuestro culo que esta carretera es, seguramente, la peor carretera que hemos pillado en los 9 meses de viaje… mucho peor que las de Kenia, Uganda e incluso, si me apuras, peor que algunas del Serenguetti o del Mara… 😅😅. Aun así, algunos de los componentes del grupo consiguen echarse una buena siesta…

El viaje, pues, es una autentica aventura y algo largo. Tras 7 horitas en el autobús, nos avisan de que hemos llegado a nuestra parada. Por supuesto, ahora tenemos que coger otro autobús local para llegar hasta Bandipur. 

Este trayecto, alarga 40 minutillos más la odisea, ¡¡pero lo hace con algo más de gracia y aventura!! ¡¡Y es que rodearte de gente local siempre es más agradable que ir en un autobús de turistas jejejeje!!

Lo primero que notamos al llegar a Bandipur es que, aunque es una ciudad algo famosa, está lo suficientemente a tomar por c— como para que no haya perdido esencia local. El hotel que elegimos, “Hotel Aagaman” nos cuesta apenas 18 euros dos habitaciones. Dar un paseo por el pueblo te hace imaginar fácilmente lo que debía ser Nepal hace varios cientos de años y tras una comilona y un café nos quedamos observando el atardecer.

Allí nos hablan de un mirador en el que ver el amanecer, el pueblo y el Himalaya. Y, ni cortos y muy perezosos, programamos el despertar del día siguiente para las 0445.

Tras 45 minutillos de subidita pre amanecer (que nos viene muy bien de entreno para el trekking en el Annapurna), llegamos al mirador. Llegamos un poco pronto porque nuestro compi Regue nos ha subido como si aun estuviésemos en la ENM… Sin duda la vista ha merecido la pena. 

La verdad es que lo que vemos nos deja sin palabras, y sobre todo, pensando en lo que tenemos por delante y en lo que debe ser hacer un trekking de 15 días al campamento base del Everest o incluso lo que se debe sentir siendo uno de esos locos que se aventura a escalar el pico más alto del mundo. 

Tras este momento de paz bajamos al pueblo para meternos un merecido desayuno, recoger y volvernos a meter en un bus local que nos bajará a la zona donde volver a coger otro bus que nos llevará a Pokhara: nuestro siguiente destino. 

Tras 4 horitas de autobús llegamos a Pokhara y, como el hostel no estaba muy lejos, nos dimos un paseíto hasta allí. La primera impresión de Phokara fue un poco peor que la de Katmandú y la de Bandipur. Lo primero de todo es saber que Pokhara es la puerta de entrada al Annapurna y, por ello, la ciudad ha ido creciendo en cuanto al turismo, hostels, restaurantes y demás. Obviamente, Katmandú también ha sido así (ya sabéis que las sensaciones siempre son personales) pero no sé porque Katmandú, aunque el doble de caótica, transmitía mucha más naturalidad. 

De todos modos, teníamos todo el día de mañana para conocer la ciudad y por ello tampoco merecía la pena adelantarse con prejuicios. 

Aprovechamos el resto del día para ver los alrededores de nuestro hotel (muy parecido a la parte de Thamel de Katmandú en cuanto a cantidad de tiendas y demás) y nos fuimos a descansar (no sabéis como te dejan de reventado las malditas carreteras Nepalíes). 

A la mañana siguiente y con fuerzas renovadas, teníamos algo que celebrar. ¡¡¡¡¡Es 24 de octubre y es el cumpleaños de Scheherezade!!!!! Por ello, el poder de donde desayunar, comer y cenar, paso rápidamente a sus manos y nos vimos envueltos en un desayuno muy goloso con un delicioso Brownie.

¡¡¡Muchas felicidades a la más peque del grupo!!! 

Ya desayunados y puestos en ruta, nuestra primera parada fue el lago de Pokhara: “Phewa Tal” y su famoso templo de Tal Barahi. Para ello, fuimos andando hasta el embarcadero y por apenas 20 céntimos de alquiler de chaleco y 1 euros, cruzamos hasta el templo. 

Por desgracia del templo no tenemos mucho que contar… Aunque las vistas desde el lago sí que merecían la pena. 

Después de comer en un tibetano unos chowmein (noodles) bañados en pimienta, nos acercamos al Annapurna cable car, un teleférico que te sube hasta a Sarangkot (una montaña al lado de la ciudad) en solo 10 minutos y desde donde puedes observar algunos picos del Himalaya y toda la ciudad por unos 9 euros al cambio. Carlos es baja de esta excursión puesto que ha empezado con una linda cagalera, acompañada con fiebre (que suerte, justo un día antes de empezar el trekking). 

Otra de las visitas imprescindibles de la ciudad es la Pagoda de la Paz mundial, esta blanca y resplandeciente pagoda, construida por monjes budistas de la orden japonesa Nipponzan Myohoji para promover la paz mundial se alza sobre una cresta en lo alto del Phewa Tal. 

No muy lejos de allí se encuentra también la Estatua de Shiva Pumdikot. A mi personalmente me gustó mucho más las vistas y la majestuosidad de la estatua de Shiva que la pagoda de la paz mundial.

Aprovechamos el día también para ir a la parte vieja de la ciudad, pero debido a la festividad del Dashain está todo absolutamente cerrado. Dado que el día ha dado muchísimo de si, nos volvemos a nuestro hotelito a tomarnos una cervecita y disfrutar de lo que queda de noche antes de irnos a descansar previo a nuestro trekking que empezaremos mañana a las 0700.

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