Son muchas las personas que nos hemos juntado y con las que hemos hablado sobre la India antes de visitar el país. Algunos nos cuentan que al 3 día salieron huyendo, otros nos dicen que les encantó pero que terminaron gritando en la calle a la nada por saturación de emociones… pero en lo que todos coinciden es en que la India es intensa, mucho.

La verdad es que las ganas que tenemos nosotros de visitarla son muchas asique, después de dos semanitas muy chulas en Nepal, nos ponemos de nuevo la mochila y volamos a Delhi.

Nos han avisado de los mil y un timos que existen aquí en India, hasta el hotel que tenemos reservado para la primera noche nos ha escrito para decírnoslo. Desde que los taxis nos cogerán pero que a mitad de camino nos dirán que nuestro hotel está cerrado y nos llevarán a otro en los que ellos se lleven comisión, hasta que los conductores de Uber pondrán una foto en la pantalla de su móvil cuando hayamos llegado que muestre un precio mucho mayor al inicial… pero aun así, no tenemos dudas de que en alguno acabaremos cayendo!

Para evitar el primero en la frente, decidimos coger el metro para ir del aeropuerto a la estación de tren de Nueva Delhi, y luego caminar 5 minutos hasta nuestro hotel, el Blue Pearl. 

Después del trekking en Nepal y la tortura de autobuses para ir de un sitio a otro, la verdad es que llegamos bastante cansados, asique decidimos el primer día dárnoslo de relax, para hacer algún trámite como conseguir la tarjeta SIM del teléfono y poco más. Además, ya nos han dejado claro que para enfrentarnos a la India, otra cosa no, ¡pero nos van a hacer falta fuerzas!

Nuestro segundo día en Delhi suena pronto el despertador. Queremos llegar pronto al Fuerte Rojo para intentar verlo sin mucha gente y con algo más de paz.

El Fuerte Rojo… 

Nada más que nos acercamos, nos alucinan ya las enormes murallas rojas que lo rodean completamente. Seguimos andando hasta una pequeña abertura, la Puerta Lahori, custodiada por dos cañones a la entrada.

Tras atravesar la muralla se abre ante nosotros el enorme complejo de palacios, monumentos, sala de audiencias y trono que alberga el fuerte en su interior.

Tras un par de horas recorriéndolo, con alguna parada para sacarnos fotos y hablar con niños que se nos acercan para saber de dónde somos y practicar su inglés, salimos de nuevo por la Puerta Lahori para dirigirnos al barrio conocido como “Vieja Delhi”.

Ésta, como su nombre indica, es la parte histórica y antigua de la ciudad. Está llena de templos, mezquitas y pequeños monumentos, pero lo que más llama la atención de ella son sus estrechas callejuelillas llenas de pequeñas tiendas de telas, joyas, oro, especias y alimentos. 

Además, algo que tiene la India, es que aparte de su contraste visual y auditivo, en el que todo el mundo se mueve, charla, te pregunta, se acerca, hace sonar la bocina, te ofrece cosas, etc… hay que sumarle el olfativo. Andar por estas calles es una continua mezcla de olores intensos que van desde las especias que venden en los mercados, hasta el aceite frito de la comida callejera, pasando por el olor a incienso en cada esquina y el de caca gracias a nuestras amigas las vacas. De verdad, que es increíble.

Después de un rato paseando por sus estrechas calles e impregnándonos de la esencia india, llegamos hasta la entrada de la mezquita Jama Masjid o mezquita de los viernes

Está mezquita fue construida entre el 1644 y el 1656 y se convirtió en la mezquita más grande de toda la India. Lo que más nos llama la atención es que, en lugar de ser como otras mezquitas un edificio grande donde albergar gente en su interior, en el caso de Jama Masjid lo que tiene es un enorme patio que, en el momento del rezo, puede albergar a más de 25.000 personas. Cuando nosotros la visitamos, este patio es un hervidero de gente entrando y saliendo, de familias comiendo juntas en el suelo y de niños corriendo de un lado a otro. Tanto que, cuando intentamos sacarnos una foto, esta simpática señora se cuela con nosotros.

Nos quedamos un rato viendo la rutina de sus gentes y nos acercamos a la parte frontal, donde un frontal y un púlpito de mármol tallado llaman la atención sobre todo lo demás.

Y después de un buen rato de descanso aquí, nos vamos de vuelta al hotel a descansar y reponer fuerzas para mañana.

Hoy empezamos el día recorriendo la gran avenida de Raj Path. Seguimos una ruta propuesta por la guía de Lonely Planet que nos lleva hasta la zona de la Secretaría Central de la capital. Aquí, en sendos edificios, se encuentran los respectivos ministerios y administraciones gubernamentales. 

Al fondo de ellos, y hasta donde no nos dejan acceder, está el Rashtrapati Bhavan, o Palacio Presidencial, el cual es la residencia oficial del Presidente de la República de la India.

Desde aquí, por un largo paseo de jardines, con un río en el lateral y lleno de ardillas, palomas y pequeños halcones, llegamos caminando hasta la Puerta de la India.

Este enorme arco, de 42 metros de alto, se alzó en 1931 en honor a todos los soldados indios que lucharon y dieron su vida en la Primera Guerra Mundial y las Guerras Afganas.

De aquí nos acercamos al Mercado del Kan para comer, donde nos encontramos con tiendas llenas de artículos de importación occidentales y restaurantes un poco caros para nuestro presupuesto. Justo enfrente encontramos un italiano pequeño donde entramos a comernos una pasta boloñesa que, por más que le decimos al camarero que por favor, nos la hiciera no spicy, también pica. Nuestros estómagos están que echan fuego los pobres.

Andando llegamos a los Jardines Lodhi, que reciben el nombre por la dinastía Lodhi que reinó en la India entre el 1451 y el 1526. En el interior del parque se encuentran las tumbas de la familia real, así como otros monumentos y mezquitas. Además, está lleno de grupos de amigos jugando y parejas paseando. Parece mentira, pero es como un enorme oasis de tranquilidad en medio de la caótica Delhi.

A lado de los jardines está la tumba de Safdarjung, quien fue gobernante en el s.XVIII y primer ministro del emperador. Para nosotros, que no hemos visto el Taj Mahal (aún) nos parece una copia en pequeñito de este y con mucha menos gente.

Este mausoleo fue construido en el año 1754 y es el último ejemplo de arquitectura mogol en Delhi. Una auténtica delicia.

Nuestro último día en Delhi queremos exprimirlo al máximo y que nos dé tiempo a visitar cosas que todavía nos quedan. La ciudad nos está chiflando asique no queremos perdernos ni un rincón.

Empezamos por Qutub Minar, un enorme complejo histórico que alberga un alto minarete, construido con ladrillos y mármol de 73 metros de altura. Este minarete fue construido en el s.XII como un símbolo de la victoria islámica en la India.

Posteriormente el complejo fue ampliado por otros gobernantes musulmanes y hoy alberga una mezquita (una de las primeras construidas en la India), una enorme puerta de piedra o una columna de hierro que se cree que data del s.IV. Cuenta la leyenda que, si te colocas de espalda a la columna y eres capaz de entrelazar tus manos como abrazándola por detrás, tendrás una vida de buena fortuna.

De aquí nos acercamos hasta la tumba de Humayun, emperador mogol que gobernó desde el 1530 hasta 1540 y luego de 1555 hasta su muerte en 1556.

A diferencia del que vimos ayer por la tarde, este sí que se considera precursor del Taj Mahal y su parecido nos vuelve a dejar con la boca abierta. Vamos, que, si nos dicen que es éste, nos lo creemos ( editando este post, una vez visto el Taj Mahal… podemos decir sin temor a equivocarnos que no hay nada tan bonito como el Taj).

El cansancio se empieza a notar ya y además estos días en Delhi está habiendo una contaminación 20 veces por encima de los límites establecidos por la OMS, lo que se traduce en un ambiente súper sucio, difícil de respirar, con picor en la garganta y escozor en los ojos súper incómodo. Desde ayer hemos decidido ponernos de nuevo la mascarilla y recordar aquellos tiempos en los que era obligatorio salir con ella a la calle.

Asique optamos por la última visita del día y volver al hotel, que además Scheherezade empieza a no sentirse muy bien del estómago (no hay quien pueda con el picor de la comida india).

Y para esta última visita elegimos el templo hindú de Akshardham. Impresionante. No tiene otra palabra. No podemos enseñar fotos nuestras de él porque está completamente prohibido entrar al complejo con móviles, cámaras mochilas… y vaya si te cachean para asegurarse de que no entras con nada. Pero dejamos aquí fotos de archivo suyas que muestran lo increíble que es este templo.

Para construirlo, más de 11 mil artesanos trabajaron tallando la piedra, pintando las paredes y decorando cada detalle del recinto. En 2005 fue inaugurado como uno de los templos hindúes más grandes de la India.

Con este último impresionante templo, damos por finalizada nuestra visita a la capital del país. Regresamos al hotel y preparamos nuestras mochilas para el viaje que empezamos mañana y que nos llevará por el Rajastán.

Pero todo plan aguanta hasta que choca con la realidad. Scheherezade pasa una noche un poco horrible entre la cama y el baño y cuando suena el despertador parece más una momia que una persona, asique postponemos nuestros planes y nos quedamos un día más aquí hasta que, a base de arroz indio (que es lo único que no pica en este país) vuelve a estar como nueva.

Nuestro primer contacto con la India ha sido a través de Delhi y nos ha parecido una barbaridad. Delhi es una ciudad gigantesca, abarrotada de gente por todos los lados, moviéndose en un ordenado caos, con motos, coches y TukTuk pitando sin cesar y luchando por colarse en cada hueco del tráfico, con olores fuertes constantes, con suciedad, mucha, muchísima y con mucha mucha gente pobre pidiendo en la calle. Pero también es una ciudad llena de historia y rincones fascinantes, monumentos antiquísimos y totalmente diferentes a todo lo que hemos visto hasta ahora y con gente muy amable e interesada en conocer un poco más de dos españoles que andan perdidos por su ciudad.

Blog de WordPress.com.