Tras una pequeña escala en Chenai, y otro vuelo de escasa horita y media, aterrizamos en Colombo, Sri Lanka. 

Para variar, los vuelos baratos siempre son los que te dejan a horas intempestivas, así que cuando miramos el reloj al recoger las maletas y tras pasar por inmigración para marcar una vez más nuestro pasaporte, son las 0245 horas. 

Nuestro plan está claro: buscar una esquinita en la que tirar las maletas y ponernos a dormir hasta una hora decente. 

El ruido y el dolor de espalda nos dan la diana: ¡¡06:30!! Hora de ponerse en marcha. 

Tras sacar dinero y coger una tarjeta con 20 gigas de datos por apenas 4,5 euros, salimos del aeropuerto con la idea de coger el bus. Nuestra primera impresión de Sri Lanka es la misma que en la I¡¡ndia: acoso y derribo de taxistas y tuktukeros!! A pesar de ello, y tras preguntar un poco, nos cuentan que postcovid el bus ya no pasa por el aeropuerto, que hay que andar un par de kilómetros a la “estación”.

Después de un paseíto muy reconfortante, sudoroso y madrugador damos con nuestro ansiado autobús (lo que hace uno por ahorrarse unas pelas que luego nos gastaremos en un café del tamaño de una bañera y un zumito). Por supuesto el busero intenta cobrarnos un asiento por nuestras maletas (como digo, apenas 2 horas despierto y ya van unos cuantos intentos de timos) … tras mirarnos las caras dos veces, finalmente se piensa mejor lo de timarnos y se conforma con cobrarnos solo dos asientos. 

El autobús nos deja en Colombo Fort donde pensamos pasar 5-6 horitas antes de coger el tren que nos llevará a Habarana. Aprovechamos para tomarnos un té, ya que Sri Lanka es uno de los mayores exportadores de té del mundo.

Ya en la estación de trenes cogemos nuestro tren sin mucho problema y aunque ya habíamos leído mucho sobre los trenes en Sri Lanka, la primera impresión es espectacular. Eso de viajar con las puertas abiertas mientras ves pasar arrozales y plantaciones de té es una experiencia única. 

Nuestra parada es Habarana, una ciudad cercana a Sigiriya, donde queremos estar los próximos días. Tras llegar, nos vamos andando a nuestro homestay que esta super cercano a la parada de tren. 

Al llegar ya notamos que el homestay va a merecer la pena: es todo naturaleza alrededor y al entrar en la habitación casi lloramos de alegría por poder andar descalzos ( después de 1 mes en la India necesitábamos una habitación LIMPIA, con sábanas limpias, paredes sin humedades y una ducha tal y como las conocemos). Después de sacarle una cena de rotis y tortilla francesa a nuestro anfitrión, nos vamos a dormir directos, tras casi 36 horitas de viaje desde que salimos de Benarés. 

A la mañana siguiente nos levantamos y nuestro casero nos deleita con un desayuno de los que uno agradece de verdad. 

Resulta que nuestro casero es también conductor de Tuktuk, así que mas fácil imposible. Nos vamos directos a Sigiriya, a visitar la Roca del León, quizá la estampa más conocida de Sri Lanka. La Roca del León es una enorme formación rocosa que se eleva abruptamente desde la llanura circundante. Para coronar la roca tienes que pasar por un arco formado con unas enormes garras de león y así llegar a la cima, donde te esperan las ruinas de un antiguo palacio. Esta fortificación fue construida en el siglo V d.C. y para visitarla por dentro hay que dejarse la friolera de 30$ por persona ( precio Angkor Wat), por lo que tras estudiarlo un poco, nos decidimos por ir a la visita Low cost.

En las cercanías se encuentra un mirador conocido como «Pidurangala Rock”. Este es un lugar popular para obtener impresionantes vistas panorámicas de Sigiriya y sus alrededores. La caminata hasta la cima es un poco desafiante, pero merece la pena, y ofrece una perspectiva única de Sigiriya.

Después de estar un buen ratito disfrutando de las vistas, decidimos bajar e ir andando hasta Sigiriya City. El paseo, la verdad, es que lo disfrutamos como enanos. Esta zona de Sri Lanka es super selvático y tiene animales por todos lados: monos, pavos reales e incluso elefanteeeesss. 

Ya una vez en el pueblo decidimos comer algo y empezar a preguntar por los autobuses, puesto que pese a que hoy habíamos cogido un tuktuk, nuestra idea es movernos siempre en autobuses, dado que dicen que aquí es suuuper barato y super sencillo. 

Lo mejor de todo es que en nuestro primer trayecto en autobús, un señor mayor empezó a avisarnos y señalar algo. Cuando por fin conseguimos distinguir que nos estaba señalando, vimos nuestro primer elefante salvaje cruzando por mitad de la carretera por la que el bus iba a más de 50 km/h. Experiencia TOPTOP. 

Y esto no acaba aquí pues cuando llegamos al hotel y tras estar una horita descansando, nuestro anfitrión nos dice que vayamos con él en su tuktuk que nos quiere enseñar algo. Tras 5 minutos por la carretera, nos lleva a una zona donde hay 3 elefantes salvajes más bañándose tranquilamente. INCREIBLE. Tras una cenita y estos increíbles momentos nos fuimos a dormir suuuuuper contentooos. 

A la mañana siguiente y tras un buen desayuno, nos ponemos en marcha a coger un autobús a Kandy. Lo increíble de esto es que pagamos apenas 1 euro por un autobús de 3 horas entre Habarana y Kandy. Difícil mejorar esta relación calidad/precio.

Al llegar a Kandy ya observamos que es una ciudad un poquito más turística que Sigiriya, pero no por ello nos da peor impresión. Tras pasar por el hostal a dejar nuestras cosas (por cierto, recomendamos muchísimo el hostal, “Smile Hub Kandy” tiene cocina y lavadora :D), nos dirigimos directos al centro de Kandy. Y es que, si por algo es famoso esta ciudad es porque es aquí, en un templo Budista, donde se encuentra la reliquia más sagrada de todo el budismo: El diente de Buda. 

En teoría, fue tras su incineración que se dieron cuenta que lo único que había quedado era un diente. De este diente, dicen que tiene propiedades mágicas y que quien poseía el diente tendría el derecho divino y poder para gobernar su territorio. De ahí que, a lo largo de la historia, este diente ha estado siempre oculto y queriendo ser poseído por infinidad de gente. 

El templo “Sri Dalada Maligawa” se encuentra en el centro de la ciudad. Justo enfrente se encuentra el rio, que le da un aspecto imponente. Por desgracia, tras 1 mes por la India, lo único que podemos hacer una y otra vez es contrastar la limpieza de este país con la India.

Tras esta visita y un buen paseo, nos paramos a disfrutar de una buena cerveza y decidimos parar en un supermercado a comprar algo de cena (queso, panecito y como no…. leche con galletas). 

La siguiente jornada del viaje, la tenemos planificada para lo que supuestamente es el trayecto en tren más bonito del mundo: Kandy-Ella. Este tren cruza las montañas, atravesado plantaciones de te, pueblos y unos paisajes increíbles. 

Compramos los billetes por internet con algo de antelación, pues dicen que este trayecto en temporada alta, suele llenarse facilmente. 

Al llegar a la estación, podemos decir que seguramente sea la actividad más turística y donde más “guiris” como nosotros vemos, desde las islas Phi Phi ( aunque eso no es siempre malo). 

Ya a los 15 minutos de salir de Kandy, podemos decir que el viaje parece que va a merecer mucho la pena. Por supuesto, si en tu planificación de viaje por Sri Lanka, quieres pasar por Kandy y por Ella (y es que debes), creo que no hay forma mejor de hacer este trayecto que con este increíble tren. 

En general, Sri Lanka, nos esta dejando una impresión inmejorable, ya sea por sus paisajes, por su gente, por su comida, o por su increíble vegetación. ¡¡¡Sin tener en cuenta el hecho de que te puedes cruzar con elefantes por la carretera!!!

A la llegada a la estación ya pudimos notar que Ella es una pequeñita ciudad rodeada de increíbles montañas verdes y coronada por una increíble cascada que puede verse desde lejos. Nuestro hotel estaba esperándonos a pocos pasos de la estación y tras una súbdita de aupa. Pero las vistas se lo merecían:

Aprovechamos el día para disfrutar del ambiente de la ciudad y sobre todo de nuestras vistas y la tranquilidad que se respiraba.

A la mañana siguiente y después de un desayuno muy contundente incluido en nuestro hotel, nos fuimos dando un paseo por las vías. 

Nuestro objetivo era llegar al puente de los nueve arcos de Ella. Dado que el día no acompañaba por la lluvia, decidimos hacer solo esa excursión, pese a que en Ella hay muchas cosas que ver… Por otro lado, Scherezade esta empezando a encontrarse un poco pachucha, así que la decisión esta clara. 

Tras ver el puente y pasar allí un ratito viendo los trenes pasar, retomamos las vías para recorrer el camino de vuelta y parar a comer algo.

 Aprovechamos para planear el viaje de mañana y decidir donde dormir, pues hemos cancelado nuestra parada en Tissa (teníamos planeado hacer un safari en Yala, pero lo hemos cancelado). Preferimos usar ese dinerillo en bucear en Maldivas y dedicar ese tiempo a intentar coger alguna olita en Sri Lanka. 

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