Tras salir de Sri Lanka y haber disfrutado tanto de montaña como de playa estábamos un poco contrariados con nuestro siguiente destino. Por un lado, teníamos claro que es un destino increíble, pero por otro no podíamos viajar por él como la mayor parte de las personas que vienen hasta aquí… básicamente porque no tenemos ese dinero. 

Así pues, se nos abría la necesidad y la dificultad de ir a Maldivas con un presupuesto ajustado y mas aún cuando para nosotros era un criterio necesario del viaje el sacar tiempo y dinero para bucear. Actividad que no suele ser muy barata, sobre todo, fuera del ámbito de sudeste asiático. 

Así que con estas diferentes necesidades y tras la experiencia de Carlos en Maldivas de conseguir un sitio donde quedarse a un precio muy razonable años anteriores cuando ha venido a surferar, empezamos a buscar y encontramos la isla de Guraidhoo. 

Esta Isla se encuentra en el atolón de Male, al sur de esta isla y tiene un centro de buceo en la propia isla, que además nos vino recomendado por Pelú (muchas gracias), llamado Manta Divers. Nuestro planning inicial era pasar 4-5 días en esta isla y después movernos en función de si había buena previsión para hacer surfing. 

Antes de llegar hicimos un estudio rápido para movernos entre islas y evitar tener que pagar una barbaridad. Aquí en Maldivas existen tres tipos de barcos: las lanchas privadas, para ti y quien tu quieras, rápidas y las cuales no bajan de los 25/300 euros; los speedboat, que son rápidos y compartidos entre varios pero que siguen siendo caros (50 euros trayecto/persona) y por último los ferrys públicos, los cuales son más lentos que el caballo del Malo, caben más de 100 personas pero cuestan apenas 1 euro. Por supuesto, nosotros nos decantamos por esta última opción ya que no íbamos con prisa ni justos de tiempo por llegar a nuestro destino. Para ello, al llegar al aeropuerto cogimos un ferry que nos cruzaba de la isla del aeropuerto a la isla donde esta Male ciudad (justo enfrente) y que nos costó 1 dólar por persona. Este ferry te deja en la “Estación de Ferris” de Male desde donde salía el ferry público a Guraidhoo. 

Ahí esta el horario del ferry público que uno Male con Guraidhoo, parando en diferentes islas. Como veis solo hay dos al día, uno de ida y otro de vuelta, por lo que tienes que tener suerte que te coincida bien con el horario de tu vuelo (hay que acordarse que ellos escriben de derecha a izquierda, no es que no cuadren los horarios que ahí aparecen o viajen atrás en el tiempo jeje). Igual que éste tenemos los del resto de islas, por lo que si te gustaría echar un vistazo a alguno otro, escríbenos y te lo hacemos llegar.

Finalmente, y tras 2 horitas de ferry donde conocimos a una chica encantadora que estaba empezando con su empresa de viajes aquí en la zona, llegamos a nuestro destino. Nuestra primera impresión fue sencillamente perfecta. Guraidhoo es una isla local, con apenas 700 metros de largo y 500 metros de ancho y ya al bajar del ferry notamos paz, tranquilidad y una sensación de que habíamos dado en el clavo de lo que estábamos buscando. 

Habíamos decidido quedarnos a dormir en el Ocean Way Guraidhoo y al llegar la verdad es que nos quedamos super contentos de nuestra elección (y por supuesto recomendamos 100%). La habitación era super amplia y el baño estaba super bien, pero es que, además, fuera de la habitación había un salón y una cocina para compartir entre los que vivíamos allí. Además, la casa estaba toda decorada por el dueño (los cuadros pintados por él) y apenas pagábamos 35 dólares/noche con desayuno incluido, INCREIBLE.

El dueño, Mr Buddy, es local de la isla (un auténtico crack) y un manitas: pintor, albañil, guitarrista… la lista es muy larga. Nos enseñó la casa y nos presentó a nuestros compis de casa: Sr. y Sra. Yuan. Una pareja de chinos que se habían cansado de su vida en su país y habían dejado su curro allí para intentar montar una escuela de freediving en Maldivas. La verdad es que la idea nos pareció increíble, sobre todo cuando nos contaron que en su país apenas tienen 10 días de vacaciones… ¡¡AL AÑO!!! (MÁTAME CAMIÓN)

Así que, con todo esto, comenzaba nuestra andadura en Guraidhoo. Solo nos quedaba pasarnos por la escuela de buceo para empezar a planear algún que otro buceo y, porque no, snorkeling. 

A la mañana siguiente, sin mucha prisa, nos fuimos al centro de buceo Manta Divers. Tras conocer a Jorge (el español jubilado que es copropietario del centro de buceo) y charlotear con él un rato llegamos a la conclusión de que íbamos a hacer unas cuantas inmersiones con ellos… mínimo 3, máximo 5… pero que empezaríamos al día siguiente. 

Ese día lo íbamos a aprovechar para rascarla mucho en la playita, conocer la isla (es muy pequeñita) y buscar el que luego sería nuestro restaurante favorito de la isla: “Thundi Cafe”. 

Por la tarde volvimos al centro de buceo para preparar el material para la inmersión del día siguiente y fue cuando nos contaron que por las noches, en el mismo muelle (justo enfrente del centro de buceo), cuando los pescadores vuelven de faenar se ponen a limpiar el pescado y tiran los restos al mar. Eso atrae muchísimos animales, entre ellos tiburones nodriza y rayas moteadas. Así pues, con el día completito y con ansia de empezar a bucear nos fuimos a la cama.

Al día siguiente comenzamos lo que luego bautizaríamos como nuestra rutina idílica en Maldivas. 

Desayunamos algo pronto y nos fuimos al centro de buceo. Tras coger nuestro neopreno, las gafas y las aletas (el equipo ya estaba en el barco) nos montamos en el barco. Fue allí donde empezamos a conocer al equipazo que tienen en Manta Divers, super atentos, y como es su forma de trabajar: Una de las cosas que nos encantó es que el barco sale y vuelve en cada inmersión (si solo haces una inmersión no tienes que estar 5 horas esperando a que el resto haga 3 inmersiones), no te ponen un mínimo de inmersiones que hacer con ellos, los equipos están nuevísimos, la gente que trabaja con ellos son “5 Estrellas” y lo que definitivamente nos robó el corazón es que si el barco sale y no te toca bucear en esa inmersión, no tienen inconveniente en que les acompañes para hacer snorkel en la zona donde ellos si van a bucear.

Y es que así, puedes aprovechar el día y hacer snorkel en sitios donde sería imposible llegar (a no ser que contrates un barco privado para ti). 

Esa mañana hicimos una inmersión super chula, no muy profunda para retomar sensaciones y vimos nuestra primera tortuga maldiva.

La verdad es que los fondos y la claridad son increíbles. 

A la vuelta de esta inmersión nos tomamos un cafelito y nos fuimos en el barco a hacer snorkel… y creo que eso es lo que de verdad nos dejó alucinados. Haciendo snorkel pudimos ver infinidad de coral, vimos tortugas, rayas y tiburones. Sencillamente increíble. 

A la vuelta nos fuimos a comer a nuestro restaurante favorito donde pudimos comer un atuncito recién cogido con puré de patatas.

Por apenas 3-4 euros. ALUCINANTE. Además el camarero era un chaval super sonriente que siempre nos regalaba un trocito de tarta de postre, una samosa… vamos, el mejor sitio de toda la isla.

Ya por la tarde pasamos el día relajados en la playa, echándonos la siesta y disfrutando del atardecer. Y así es como cogimos una rutina que nosotros hemos apodado «Rutina Paradisíaca»: despertar prontito, buceo increíble, snorkel increíble, comida buena bonita y barata, playa de tardeo, sunset espectacular, un vistazo al muelle nocturno para ver tiburones nodriza y por último una visita al bar de Mr Buddy para escucharle tocar la guitarra. 

Y lo mejor de todo es que apenas estábamos pagando 40-45 euros al día por dormir y comer… 

Por otro lado, las inmersiones fueron sencillamente increíbles, pero la que se llevó la gota gorda y que, de hecho, repetimos, fue la de Kandooma Thila: un enorme pináculo cuyos lados están llenos de coral blando y dónde las corrientes tan fuertes que hay aquí son el principal motivo de que esté lleno de tiburones de punta blanca, tiburones de arrecife, rayas águilas, tortugas y barracudas. De hecho, está considerado como uno de los 10 mejores sitios para bucear de todo el mundo.

Os dejamos aquí algunas fotitos.

 

Tenemos que destacar que, aunque habíamos planeado un cambio de isla en mitad de nuestra estancia en Maldivas, al final nos quedamos los 9 días en Guraidhoo. El buen rollo del centro de buceo, nuestra casita barata y la increíble vida local hicieron que la decisión de quedarse fuese super fácil.

Esto son algunas de las actividades que vimos durante nuestros días en la isla: 

Como habéis visto es fácil viajar a Maldivas y vivir barato, solo hay que buscarse un poco la vida y sobre todo ajustar los traslados en ferry para coger los públicos, que es donde se puede ir un montón de dinerito. Además te ayuda a conocer a gente local, acercarte más a sus costumbres y compartir con ellos momentos que luego nunca olvidarás.

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