Los 20 días en casa se han pasado volando, disfrutando de la familia, los amigos, las Navidades… ¡y comiendo esa comida española tan buena y que tanto echábamos de menos! Pero sí, ya es 10 de enero otra vez y es que, casualidades de la vida, el 10 de enero del 2023 es cuando empezamos esta aventura con un vuelo a Nairobi y el 10 de enero del 2024 la retomamos, esta vez volando ni más ni menos que hasta Australia.

Cuando estuvimos mirando vuelos y haciendo encaje de bolillos en el tema económico para poder venir a casa por navidad, encontramos unos vuelos a no muy mal precio para ir hasta Australia. Pero claro… a cambio, tenemos por delante 48 horas de viaje y 3 escalas: Madrid – Abu Dabi y espera de 10 horas en el aeropuerto; Abu Dabi – Manila y espera de 8 horas en el aeropuerto; Manila – Sídney y esta vez solo 4 horitas de aeropuerto y, por último, ¡¡Sídney – Brisbane por fin!!!

Al final, llegamos el día 12 de enero a las 4 de la tarde locales al aeropuerto de Brisbane, con nuestras mochilas y sin ningún contratiempo después de pasar la aduana australiana, no está nada mal teniendo en cuenta que tienes que declarar medicinas, comida y hasta zapatillas y equipamiento de trekking, si lo llevas.

Cogemos un Uber que nos acerca hasta el centro de Brisbane. El centro de la ciudad está lleno de rascacielos, tiendas, restaurantes y movimiento. El hostal en el que nos quedamos, Soho Boutique, no está nada mal, ¡pero es que hay que ver los precios que se gastan aquí! Por una habitación doble con baño privado… ¡80€! Y de verdad que no había nada más barato en todos los alrededores…

Pero bueno, aprovechando la buena ubicación y que queremos aguantar despiertos hasta que llegue la noche (aunque una pequeña cabezadita cae), salimos a dar el primer paseo por la ciudad. 

Pasamos por la plaza donde está el Ayuntamiento de la ciudad. Es un edificio de piedra con una torre alta que se puede visitar de forma gratuita. Desde aquí empieza “Queen Street Mall” una calle entera peatonal, llena de tiendas a ambos lados y con bares y restaurantes en el medio donde comer o picar algo. 

Seguimos andando y pasamos por delante del Casino y varias tiendas más hasta llegar a la orilla del rio, desde donde vemos una gran noria y el skyline de la ciudad entero. Nos quedamos aquí un rato sentados, disfrutando de las vistas y la tranquilidad que se nota en esta ciudad. Pero los ojos se nos empiezan a cerrar, asique nos volvemos al hotel que mañana toca movimiento.

Nos levantamos pronto y quedamos con María, una chica de Burgos que lleva varios años aquí viviendo ya en Australia y que se ha ofrecido a acercarnos hasta el barrio donde tenemos que recoger la furgoneta que hemos alquilado para recorrer Australia. Nos recoge con su pequeño 4×4 súper chulo y en el camino nos va contando sobre su vida aquí, su trabajo y consejos para recorrer este enorme país. Cuando llegamos, Nathan nos está esperando en el jardín de su casa con la furgo ya completamente preparada. Tras unas dos horas para explicarnos todos los intríngulis, por fin salimos de su casa montados en nuestra furgo, ¡que ganas que teníamos de cogerla!

Hacemos una primera compra rápida con las cosas que podemos necesitar y nos vamos a conocer un poco más la ciudad de Brisbane. Recorremos andando el Kangaroo Trail, un camino en la orilla sur del rio lleno de zonas verdes, bancos y gente paseando. A media altura del camino nos paramos para coger el ferry (gratuito) y ver desde este otro ángulo la ciudad. 

Nos bajamos en la parada que está enfrente del Museo de Queensland, ¡que también es gratuito! Asique aprovechamos y entramos a verlo. Es un museo de historia natural con la fauna y flora de Australia y además tiene una exposición de legos de Parque Jurásico, aunque a esta última no entramos porque nos estamos empezando ya a dar cuenta de los precios que se gastan en este país…

Salimos y nos acercamos de nuevo al centro financiero de la ciudad. Paseamos por las calles que están abarrotadas de gente y vamos a dar a la plaza ANZAC. ANZAC son las siglas de “Australian and New Zealand Army Corps” correspondiente a los cuerpos del ejército conjunto australiano y neozelandés que se crearon para servir en ciertos conflictos como en la 1 y 2 Guerras Mundiales. 

Pues bien, en esta plaza, los australianos rinden homenaje a todos aquellos hombres y mujeres que sirvieron a su país en estos conflictos y, para ello, en el interior del monumento tienen una llama constantemente encendida.

Empieza ya a anochecer así que nos volvemos tranquilamente paseando por toda la orilla sur del rio hasta la furgo, pasando por la playa/piscina artificial que han creado enfrente de la ciudad y que es de uso público también! (cuánto tenemos que aprender de esta gente…).

Para dormir encontramos este parque súper chulo, a orillas del rio, con mesas, barbacoas eléctricas y baños públicos donde muchas familias y amigos se juntan a cenar. En lo poquito que hemos visto de Australia, nos hemos dado cuenta de que está llena de parques y espacios verdes con barbacoas eléctricas donde a los australianos les gusta acercarse a cenar con sus amigos los fines de semana. 

Aunque Brisbane ha sido nuestra toma de contacto inicial con Australia, la verdad es que nos ha dejado alucinados en cuanto a limpieza, transporte publico gratuito, zonas verdes y cosas a disposición del australiano.

Al dia siguiente, subimos un poco hacia el norte, hasta Noosa Heads. Esta ciudad, a un par de horas de Brisbane, pertenece a la llamada “Sunshine Coast” y es una de las zonas preferidas por los australianos para disfrutar de sus vacaciones, con enormes playas y pueblecitos entre ríos donde la gente tiene sus propios embarcaderos en sus casas con motos de agua, veleros, piraguas o tablas de surf… vamos, zona de bastante bastante dinero y muy bien cuidada.

Aparcamos la furgo en un aparcamiento de un parque donde aprovechamos para comer. De aquí nos vamos a una de las playas de Noosa, aunque no podemos bañarnos porque hay bastante viento y el mar está algo revuelto, pero nos entretenemos viendo a los australianos haciendo kitesurf. 

Para dormir salimos a un pueblo cercano, a 15 minutos, ya que en Noosa está prohibido pernoctar en el coche y que forma parte de los “RV Friendly”. Esto, nos enteramos, que significa que da facilidades a la gente que viaja con “vehículos recreacionales” para aparcar, descansar, cocinar… 

Tras pasar una noche super tranquilita, regresamos a Noosa y nos vamos directamente al Parque Nacional de Noosa para hacer uno de los tantos trekkings que tiene. Elegimos el que va pegado a la costa, recorriendo las diferentes playas y calas y la verdad es que las vistas son alucinantes. Pasamos por una playa con una ola muy conocida en Australia, Tea Tree Bay, pero no tenemos suerte y, a pesar de cómo estaba ayer el mar, hoy está en completa calma.

Aun así, nos metemos en otra de las playas que hay y aprovechamos para darnos un bañito y refrescarnos del calor que hace.

Comemos de nuevo en el parque donde estuvimos ayer, y es que el ambiente está súper chulo, lleno de familias haciendo barbacoa y comiendo, y nos volvemos ya para Brisbane, a dormir allí para el día siguiente comenzar nuestro viaje hacia el sur.

Antes de dejar Brisbane, nos acercamos al Centro de Rehabilitación de koalas “Daisy Hill”. Aquí rescatan a diferentes ejemplares de estos animales que se encuentran enfermos, lesionados o que han sufrido algún accidente con vehículos.

Cuando llegamos no nos lo creemos, hay 3 de estos chulísimos animales subidos a las ramas de los eucaliptos que tienen para ellos y, por supuesto, ¡¡¡están dormidísimos!!! De hecho, de lo quietitos y bolas que son, al principio creemos que hasta están disecados y todo. Pero de repente, uno de ellos levanta un poco la cabeza y empieza a frotarse los ojos, como si estuviese despertando de un larguiiiisimo sueño, y nos regala una sonrisita seguida de un enooooorme bostezo. Y, seguido, ¡¡¡se vuelve a hacer una bola para volver a dormir!!! ¡Qué vida está la de los koalas!

Estamos una hora viendo el centro, en el que además te enseñan como reconocer las huellas de los koalas, cuáles son sus costumbres, las enfermedades que más les atacan y la cantidad de hojas de eucalipto que comen al día. Como curiosidad, son el animal que más horas duerme al día, ¡¡pudiendo llegar hasta 22 horas!! Las otras 2-4 restantes las dedican a comer y, lo mínimo, a moverse de un árbol al de alado buscando comida. 

Cuando salimos del centro, en el bosque de eucaliptos que rodea al parque, vemos entre la maleza… ¡nuestros dos primeros canguros! Una mama y su cría están semi escondidas esperando a que pasemos para seguir su camino. Aunque nos han dicho que nos cansaremos de ver canguros, estos dos primeros que vemos y encima completamente solos con ellos, ¡¡nos encantan!!

Y ya de aquí sí que empezamos nuestro camino hacia el sur recorriendo la costa este australiana. La primera parada de la “Gold Coast” (así se llama esta parte de la costa) es Surfers Paradise. Esta ciudad, llena de rascacielos y centros comerciales gigantes, no es lo que pensábamos y, aunque sí que tiene una enorme playa y algo de ambiente surfero, no nos dice mucho, por lo que pasamos rápidamente por ella y seguimos hacia el sur hasta, ahora sí, una parada obligatoria: Coolangatta.

En esta ciudad se encuentra la famosa ola “Snapper Rocks”, la cual es una de las paradas del “World Surf League”. Subimos hasta un mirador que hay alado de la playa y enseguida entendemos porque es tan famosa esta ola… ¡qué líneas! Por supuesto, Carlos se pone nervioso y ya no hay forma de sacarle de ahí, así que nos ponemos en busca y captura de una tabla para poder bañarnos. En el proceso, entramos en varias tiendas de surf en las que Scheherezade tiene que ir recogiendo la baba que va soltando con las tablas que ve.

Una vez que encontramos el sitio en el que alquilar mañana a primera hora, nos vamos a buscar algún sitio donde poder pasar la noche ya que esto sigue siendo zona de vacaciones de los australianos y los precios siguen por las nubes.

Nos levantamos, desayunamos y nos vamos rápidamente a por la tabla de surf. ¡Alquilamos una y del tirón al agua! Y, aunque el baño es la leche, Carlos se pasa más tiempo con la boca abierta viendo cómo la gente hace aéreos y giros por la cara. Increíble.

Después de comer volvemos a acercarnos a la playa, pero ha saltado bastante viento y las olas que antes salían perfectas, ahora están destrozadas. Pero claro, eso a los australianos que hacen surf como los ángeles no les importa, así que nos sentamos en un banco del paseo y nos dedicamos a disfrutar del nivelazo de surf que hay aquí. Mientras tanto, comienzan a preparar las gradas y stannes de un campeonato de surf, a nivel asiático, que empieza aquí mañana. Pasamos el resto del dia disfrutando de la playa, con cervecita y musiquita.

Al día siguiente, amanece con tormenta y debido al campeonato de surf a las 0730 están vaciando la playa de gente, por lo que no tenemos mucho que hacer aquí, así que iniciamos camino a la Reserva Natural del Lago Coombabah. En este santuario para animales, aparte de mil millones de pajaritos, se pueden ver también canguros y koalas en libertad.

Aparcamos el coche y comenzamos a andar por uno de los tantos senderos que tiene el parque. A lo lejos vemos ya varios canguros saltando de un lado a otro. Y debajo de un eucalipto vemos un par de parejas paradas. No nos lo pensamos dos veces y apretamos el paso, seguro que nos espera alguna sorpresa. Efectivamente cuando llegamos al árbol y miramos arriba ¡vemos un koala! No está muy alto por lo que podemos verle bastante bien y encima está despierto por lo que nos regala algún momento super chulo.

Seguimos andando por el parque y la cantidad de canguros que hay es increíble. Nos acercamos muy despacio a un grupo que vemos que están comiendo hierba tranquilamente, entre los que hay una mamá que está alimentando a su bebé (o joey, que es como se les llama). Al principio, cuando nos ven acercarnos, se yerguen un poco pendientes de lo que hacemos, pero una vez que nos paramos y nos agachamos, vuelven de nuevo a pastar.

Los canguros son marsupiales nativos de aquí, de Australia. Los joeys, al nacer después de un periodo de gestación de solo 30-40 días, son tan pequeños que necesitan completar su desarrollo durante varios meses (entre 6 y 8) hasta que pueden salir y valerse por sí mismos. Dentro de la bolsa marsupial los joeys se alimentan de la leche producida por la madre a través de las glándulas mamarias e incluso pueden comunicarse con su madre a través de vibraciones y ruidos.

Tras una mañana entera paseando por los diferentes senderos marcados que existen en el parque, conseguimos ver muchísimos canguros, algunos de ellos jugando, otros tumbados al sol… ¡y hasta 3 koalas! Algunos de ellos están dormidos, por supuesto, pero con lo difícil que es verlos en la naturaleza estamos super contentos de haber podido disfrutar de ellos.

Regresamos a Coolangatta y aprovechamos la tarde para pasear por la playa mientras vemos de lejos los últimos coletazos del campeonato de surf.

Antes de irnos a nuestro siguiente destino pasamos por última vez por el mirador de Snapper Rocks a ver cómo están las olas, pero siguen pequeñas y con mucha gente asique, sin perder más tiempo, cogemos la furgo y conducimos la hora que nos separa de Byron Bay.

Esta ciudad costera es un popular destino de vacaciones para los australianos, famoso por sus enormes playas de arena dorada.

Cuando entramos con la furgo por sus calles nos damos cuenta de la cantidad de dinero que hay aquí. Son todo casitas bajas, de una altura, con los bajos llenos de tiendas de surf, de ropa muy chic o cafeterías monísimas. Además, la playa principal de Byron Bay tiene un paseo todo a lo largo lleno de bares con música en directo y unas vistas increíbles a la playa.

Conducimos directamente hasta la playa de Clarkes, donde buscamos por la zona un aparcamiento para poder dejar gratis el coche y no tener que pagar (está la cosa complicada en Byron). Aprovechamos la zona verde que hay antes de la entrada de la playa, con mesas y barbacoas eléctricas, para comer aquí. Por la tarde nos dedicamos a pasear por la playa y acercarnos hasta el “Mirador de los Pescadores” donde vemos un grupo de surfistas haciendo surf ¡rodeados de delfines!

Por la noche llega el quebradero de cabeza. Dormir en la furgo en Byron está totalmente prohibido, así lo pone en un cartel en la entrada del pueblo. Preguntamos a gente que vemos con furgo como la nuestra y muchos nos dicen que se van a algunos barrios más alejados de la playa y tranquilos y se echan allí a dormir… pero nosotros preferimos no arriesgarnos a que nos caiga una multa australiana que aquí no se andan con chiquitas. En la aplicación “Park4Night” encontramos un área de servicio en la autopista, a 10km de Byron, dónde bastante gente ha dormido sin ningún incidente, por lo que no nos queda más remedio que ir hasta allí. Cuando llegamos, ¡¡si no hay 50 furgos en el aparcamiento, no hay ni una!!

Ya por la mañana nos acercamos hasta una playa pequeñita que fichamos ayer con el coche pero que nos fue imposible aparcar. Hoy contamos con más suerte y a la primera conseguimos aparcar el coche y nos vamos a “Wategos”.

Pasamos aquí el día al igual que muchas familias aprovechando que es sábado. Para dejar claro el nivel de Byron Bay, un grupo de amigos con hijos que están comiendo en una de las mesas de la playa, han llevado para decorar su mesa ¡¡hasta jarrones de vidrio con centros de flores!! Por supuesto, lo que tienen sobre la mesa para comer son frambuesas y copas de champan… ¡anonadados! Y nosotros con nuestro bocata de tortilla francesa jeje.

Por la tarde, Carlos encuentra a la venta una tabla de 2ª mano por sólo 80 euros. No nos lo pensamos y nos acercamos con el coche hasta la casa de la chica que la tiene puesta a la venta. Vaya barrio. Cuando llegamos, nos cuenta que se va a hacer un viaje largo por la costa oeste de Australia y que quiere venderla por eso. Como a Carlos le encaja perfecta por medidas y volumen, la compramos y nos la llevamos con nosotros.

Y, como hay muertes repentinas, ¡no puede pasar más tiempo sin que se estrene! Asique nos vamos a la playa de Clarkes, donde ayer vimos a los surfistas surfear con delfines en la ola “The Pass” y estrenamos nuestra nueva adquisición.

Cuando ya cae el sol, Carlos sale super contento de su primer baño (de muchos más que habrá) con su tabla nueva. Cenamos en la playa y regresamos a nuestra estación de servicio a dormir.

El resto de los días por Byron Bay se repiten entre playitas, calas y baños de surfing. 

Nos despedimos de Byron Bay con mucha pena, tanto porque a Carlos le ha encantado sus olitas como por el buen rollito que hay. La única pega que tiene es lo extremadamente cara que es y lo “cerrada” que la tienen a dormir con furgos y demás. 

Seguimos camino, y hoy nos toca hacer kilómetros hacia el sur. Nos despertamos en la estación de servicio de Byron Bay, de las que ya nos hemos hechos los clientes número 1, y enseguida nos ponemos en marcha.

La primera parada la hacemos en Balina, el pueblecito al sur de Byron Bay unido por enormes playas a este. Nos acercamos a un mirador desde donde se ve esta increíble zona de costa. Qué disfrute.

Seguimos al sur y el día se va torciendo según vamos bajando. Llegamos a Yamba, otro tranquilo pueblo australiano. Sin embargo, con el viento y el mal día que hace, el mar está muy embravecido y no es posible ni bañarse ni hacer surf. Paramos en una zona de mesas pegadas al río y aprovechamos para comer y descansar un poco. Sin embargo, antes de que nos entre la modorra, nos ponemos de nuevo en camino para llegar hasta la zona donde hacemos noche hoy. Dia largo y cansado, con el tiempo un poco malo y con kilómetros a la espalda pero que era necesario hacerlos.

Al día siguiente, continua gris, después de estar lloviendo esta noche. Pero nos animamos, o sobre todo se anima Scheherezade, porque nos vamos a la reserva natural de la playa de Moone, donde hemos leído que se pueden ver canguros en libertad.

Aparcamos en la zona habilitada para ello y elegimos uno de los varios caminos que existen y que nos lleva hasta la playa. No hemos andado ni dos pasos y ya vemos los primeros canguros a lo lejos. Seguimos andando un poquito más y enseguida, en el acantilado y con la playa de fondo, empiezan a aparecer más y más canguros, comiendo hierba o tumbados descansando. 

Seguimos andando por el sendero hasta que llegamos a una zona de campo abierto donde hay muchísimos de ellos, especialmente crías que comen tranquilamente hierba. Nos quedamos ahí un rato, agachados y tranquilos, contemplando a estos animales tan curiosos.

Cuando comenzamos nuestra vuelta al coche, encontramos en un rinconcito una madre con su cría tumbados en el suelo. En cuanto nos ven, se asustan, se ponen rápidamente de pie y la cría se tira en un perfecto salto de cabeza a la bolsa de su mami. Una vez ya dentro, se gira y nos miran ambos con cara de ¿qué hacéis aquí y porque nos habéis molestado?

Ya en la furgo, cogemos la A1 y seguimos hacia el sur hasta Coffs Harbour. Aunque no tenemos mucha esperanza por el viento que hace, nos acercamos hasta la playa a ver que se cuece y… ¡sorpresa! Esta playa, al estar más recogida, no está tan afectada por el viento y unas 10 personas están en el agua cogiendo olas. Asique, antes de que sea tarde, Carlos se cambia y se va a dar un baño rápido antes de comer.

Por la tarde nos acercamos a un outlet de surf (aunque de outlet tiene lo que yo te diga…), a dar un paseo por el pueblo y por su largo muelle y, antes de que se haga de noche, nos ponemos en marcha hasta Kempsey donde dormimos esta noche.

Nos levantamos prontito en Kempsey. La verdad es que la noche ha sido super tranquila y tras hacer un cafelito rápido nos ponemos en camino, directos a Crescent Head. 

Crescent Head es una de esas olas que uno tiene que poner en el mapa de “

Yo he surfeado allí”. La previsión era que iba a saltar el viento sobre las 0900 así que allí estábamos a las 0700, para un bañito mañanero. 

Por desgracia, el tamaño no hace justicia a la previsión y aunque ya sabíamos que era una ola de tabla larga, con este tamañito apenas llega para echarse y mojar la camiseta. 

Por lo que no nos queda más remedio que marcarnos un desayuno de esos con la calma, mirando las olas y disfrutando de la playita, que es una de esas cosas que uno siempre quiere hacer en la vida.

Después de disfrutar de ello, nos ponemos en marcha, porque nuestro plan es pasar por Port Macquare y su famoso hospital de koalas. 

La verdad es que los koalas se cuelan fácilmente en nuestro top 5 de animales favoritos de esta excedencia, ¡¡así que tenemos que aprovechar que estamos aquí!! 

Este hospital es famoso en la zona porque a diferencia de casi todos los santuarios que hay, este es gratuito y obviamente nosotros no vamos a dejar pasar la oportunidad. 

La verdad es que hemos tenido cierta suerte viendo koalas, pero aquí vemos hasta 10 de ellos. Y otros tantos están protegidos para no exponerse a los humanos. El centro es pequeñito, pero te deja con la sensación de querer tener un koala en casa… jejejeje

Ya después de esta visita nos ponemos en camino otra vez, y decidimos ir al Crowdy National Park. Allí tienen una zona de camping que nos apetece una barbaridad. Por el camino, paramos por un mirador: 

Qué inmensidad las playas de Australia. No nos cansamos de pensarlo.

El Parque Nacional de Crowdy es uno de los tantos parques nacionales que tiene Australia. Que nosotros sepamos, todos son gratuitos, excepto una pequeña tasa que hay que pagar por meter el vehículo y la tasa por dormir en el camping, que al cambio son como unos 15 euros. Cuando llegamos, instalamos nuestro chiringuito y nos queda así de chulo.

Lo bueno de estar en un parque nacional es que los animales están a nuestro alrededor y no hay que ir a buscarlos. Por la tarde hacemos una pequeña excursión y nos cruzamos con estas vistas y estos animalitos.

Ya por la noche y después de nuestra hoguera frustrada por un ranger (que se salda sin multa, gracias a Dios), nos hacemos la cenita y nos damos una vueltecita por la playa a hacer un poco el idiota. 

A la mañana siguiente nuestra parada es la Bahía de Nelson. Super famosa por la zona, y su lengua en la playa de Fingal. Cuando llegamos alucinamos (para variar) con la cantidad de pasta que tiene el pueblo. 

Ya en la playita, nos alejamos un poco hacia la lengua de arena para sacar nuestro dron y disfrutar de una buena vista aérea… y a los 15 segundos, aparece un helicóptero… (ya es la segunda vez que nos pasa, algunos conocéis nuestra anécdota en Santiago).

Después de bajar nuestro dron y que el helicóptero se casque dos o tres círculos sobre nuestra zona y un bonito estacionario, nos acojonamos y nos vamos por patas… dado que la tontería en Santiago se saldó con 100 euros, no queremos que aquí nos metan una multa de 1000 dólares… Esto es todo lo que conseguimos sacar.

Tras huir cagaditos nos fuimos a otra playita en las cercanías, donde aprovechamos para hacernos la comida y conocimos a un australiano que nos estuvo contando alguna cosita útil. Una de ellas nos modificó todo nuestro itinerario, decidiendo dormir ese mismo día en Sídney para amanecer bien prontito allí el día nacional de Australia.

Y eso hicimos. Conseguimos un buen sitito para dormir al norte de Sídney, en un barrio que era sencillamente increíble. Y cenando por allí, nos cruzamos con otro australiano que dormía en una camper, que nos dio algunos consejos de Sídney, como donde dormir, donde hay baños con duchitas de agua caliente y demás. Así que bien recomendados nos vamos a la cama y amanecemos bieeeen temprano a las 0600. 

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